jueves, 1 de septiembre de 2011

Producciones literarias de 5º 1ª

Como ya les dije, he tenido la enorme satisfacción de comprobar que este año también hay chicos/as creativos y buenísimos escritores.

Compartimos con quienes nos visiten estas producciones:

A. Los siguientes cuentos fueron escritos después de haber leído y analizado el cuento "Sur", de Jorge Luis Borges. La actividad final consistía en escribir un cuento, realista o fantástico, donde el protagonista se enfrentara con un problema de salud severo o alguna situación límite.

1. “Y solo nos separa una reja…”, Andrea Vanina Giampietro

De lo único que me acordaba era de un gran camión, muchas luces y muchos gritos. Me sentía muy adolorido, pero no podía ver donde estaba, sí podía sentir un extraño olor, muchos olores que permanecían en mi memoria.
Logré despertar, me encontraba en un bosque, donde había muchos árboles raros, con diferentes formas. Empecé a caminar y a percibir más olores conocidos, como olor a las galletas navideñas que hacía la abuela cuando yo era más chica, a chocolate que comíamos en Pascua en la casa de campo del tío, a flores como la fragancia que descubrí aquella vez que el abuelo durmió todo un día y luego no lo volví a ver. Olores bastante peculiares, que me hacían recordar muchas cosas.
Seguí caminando y me encontré con algo muy extraño, distintas puertas. Había una de chocolate, otra de galletita con adornos navideños y varias más. Pero la que más me llamó la atención fue la puerta de rejas con una cruz que tenía mi nombre; al verla, comencé a sentir un dolor fuertísimo en el pecho, pero pese a eso decidí cruzar esa puerta. A medida que iba ingresando, notaba que me volvía transparente y comencé a sentir un frío intenso; no me importó, seguí avanzando.
En el camino, pude observar una enfermera corriendo junto a un doctor y unos enfermeros con una camilla. No sabía ni podía ver qué pasaba.
Llegué a una especie de iglesia abandonada. Decidí entrar, cuando de repente una mano me tocó el hombro; empalidecí y, al girar, advertí un señor con un traje, que me preguntó: “¿Estás seguro de que querés entrar a ver esa situación?”. No sabía de qué me estaba hablando, pero no le di importancia y entré. Al hacerlo, vi a mucha gente reunida y alrededor muchas velas en unas columnas rarísimas. Empecé a sentir más frío y más dolor en el pecho. Luego las piernas se me entumecieron, pero logré avanzar y llegar hasta delante de todo Me espanté al verme acostado ahí, estaba toda mi familia llorando a un costado, en mi propio velatorio. Empecé a gritar y, a la vez, a sentir una presión en la garganta que no me dejaba respirar. Fue horrible verme en el cajón, frío y oscurecido, alumbrado nada más que por las velas, en medio de esa noche fría y oscura.
Eché a correr hacia donde había venido y a percibir imágenes de mi vida, mi infancia, mis juguetes favoritos, mis familiares y todo lo que me hacía ser yo. Conseguí llegar a la puerta de rejas, y allí se encontraba el mismo señor de traje, quien me había recomendado que no avanzara a ver la situación. Esta vez el hombre de traje se acercó y me dijo: “No se puede volver”. Las puertas de rejas, automáticamente, se cerraron; y una cruz con mi nombre se enterró en el fango, en esa tierra húmeda y llena de gusanos. Nunca más pude salir. Y por toda la eternidad esa reja estuvo frente a mí.



2. "La vida ante la muerte", de Agostina Sotelo Molina
Eran tiempos de infelicidad, tiempos en los cuales había mucha pobreza, inseguridad, enfermedades incurables, pero, principalmente, de abundantes muertes.
Su nombre era Jeremías Smith, tenía veintisiete años y vivía en la calle. Huyó de su casa a los catorce por querer estar o, mejor dicho, actuar como sus amigos, que buena compañía no eran, ya que robaban para comer o para poder comprarse la droga que les daba valor para poder vivir el día a día.
Su familia era de clase media, pero podían vivir cómodamente, sin necesidades, antes de caer en la pobreza.
Jeremías, en una noche de mucha droga y alcohol, salió a robar; pero en el camino se encontró con una joven esbelta, de ojos grandes y verdes, hermoso cabello y una boca sensual, en fin, una muchacha muy bella e inteligente.
Él, como todo hombre, necesitaba de vez en cuando de un abastecimiento sexual, ya que sus novias, que le duraban poco más de una semana, lo dejaban porque se ponía agresivo con ellas, a causa de los anestesiantes mentales, o sea, las drogas que consumía.
Sin ningún estupor, se le abalanzó hacia la joven y la trasladó a un callejón oscuro, donde actuaría en forma violenta para conseguir su satisfacción sexual, pero sin imaginarse que esta hermosura de mujer era una mujer lobo. Se apartó rápidamente de ella, al ver que cada vez tenía más y más pelo, que su aparente estatura ascendía de 1,70 a 2,80 metros y que su bello rostro se volvía el de un animal sediento de sangre humana.
Al oír que esa masa de pelos, llena de garras y dientes filosos se le acercaba a paso cortado, sintió la escalofriante presencia de un anciano con mucho poder y sabiduría. Este le dio dos opciones para elegir; la aprimera consistía en hacer retroceder la vida que llevó hasta ahora hacia el momento donde huyó de su casa, y comenzar una vida nueva; la segunda era dejarlo morir ahí, en el lugar donde quiso cometer su pecado más grande, y ser devorado por la mujer que le pareció la más hermosa de todas.
Y, sin dudarlo, aquel joven que alguna vez sintió una placentera seducción por lo malo, hoy se podría decir que eligió vivir antes que morir.


3. “Sueño frustrado”, Nicolás Cuenca

Él era sí. Siempre trataba de ocultar su verdad. Era un sacerdote de cuarenta años, que tenía la particularidad de ser gay. Nadie lo sabía, hasta que una noche, siendo muy de madrugada, decidió ir hasta donde estaba el altar para mirarle a Jesús lo que tanto le gustaba observar. Otro sacerdote que rondaba por ese mismo sector lo contempló asombrado. Luego volvió a su habitación, aunque no a dormir.
Pasaron unos días cuando Gerardo, así se llamaba el pervertido, recibió una notificación del Vaticano, donde se lo invitaba, no de muy buena manera, a abandonar para siempre el sacerdocio. Lo tomó con calma y empacó sus cosas. Antes de irse, miró por última vez esa estatua que tanto le gustaba, pero esta vez sus ojos eran de fuego. Juró no volver nunca más a una iglesia. Pero no lo cumplió, porque dos meses más tarde estuvo otra vez ahí para incendiar ese templo y su vida.
Despertó en el mismo infierno. Lo recibió el diablo en persona, pero para su sorpresa con los brazos abiertos. Sí, se había formado una pareja homosexual en el más allá. Por lo menos eso se creía hasta que se acostaron y durmieron. Él mismo lo había curado.
Gerardo volvió a su iglesia, que tanto quería. Y dio una misa en compañía del máximo referente de la Iglesia Católica. Estaba muy feliz. Luego de que cayera la noche y después de cenar, se acostó con la idea de dormir en paz. Despertó en una sala común y con un médico a su lado, que le decía que la operación había sido exitosa. Gerardo, de diecisiete años, pensó en ser cualquier cosa, menos sacerdote.

3 comentarios:

GRUPO DE EDUCACIÓN SEXUAL INTEGRAL dijo...

Genial!!!!! mis felicitaciones, hay que difundirlo mas aun!!!

Lau dijo...

Para Andrea Giampietro: nos emocionaste hasta las lágrimas...un talento asi no se puede desperdiciar..te vas a recibir si o si nena! Tu prece Laura

María Graciela dijo...

Gracias, Victoria y Laura por dejar comentarios en el blog!!!!
Espero que esto incentive a los chicos a seguir produciendo y a comentar ellos también.